8 de noviembre de 2017

“EPPUR SI MUOVE”: A DISTINGUIR ME PARO LAS VOCES DE LOS ECOS (3)

Por Marat

Bershka. Un sector de las muchas mujeres explotadas por Amancio Ortega se ha rebelado simplemente porque su salario era de mierda ¿Querían algo más? No, simplemente algo más que 10 € más al mes. Y sin duda lo que Marx proclamó hace ya muchos años de que “el obrero [hoy por muchos motivos la obrera] tiene más necesidad de respeto que de pan”

Los trabajadores de recogida de basuras en Madrid han impuesto una segunda victoria contra la patronal y contra un ayuntamiento de progres podemitas y de IU qie impuso un 50% de servicios mínimos. La señora Botella y el PP cabalgan de nuevo en sus posiciones antisindicales a través de Carmena y de su coalición instrumental. La misma que hoy hace especulación urbanística, como antaño intentaron PSOE y PP en la Operación Chamartín, ahora ejecutada.

La conquista ahora lograda es realmente exigua y solo salarial pero lo cierto es que vuelve a señalar que hay otras realidades más allá de la ópera bufa catalana y el patrioterismo rancio español.

La realidad de una clase trabajadora que no llega a final de mes se impone en un país con millones de parados, más millones aún de pobres, aunque tengan empleo (miserable) y un gran sector de españoles con los que no parecen ir las angustias de muchos que ya han quedado descolgados para siempre del espejismo del tren de la prosperidad para todos. Hasta que la próxima crisis, que llegará antes que las anteriores (la declinación senil del capitalismo es imparable porque hace tierra quemada incluso de la que pisa y domina), incremente el número de desheredados. Y los hoy indiferentes reclamen una solidaridad que tanto rechazaron.

En estos días de celebración del Octubre Rojo, aquel que vino anunciado por las ideas de Lenin y Rosa Luxemburgo de la necesidad de una revolución socialista porque toda conquista obrera era parcial, provisional y perecedera, nos ha dejado una izquierda de mierda; lo que siempre fue la izquierda, la monja plañidera y compasiva del capitalismo. No fueron quienes hicieron la revolución los que nos fallaron sino quienes solo querían una revolución democrática al estilo de las revoluciones burguesas de 1849. Por algo Lenin en el período hacia la revolución no se reivindicó de izquierda. Se limitó a levantar como bandera las demandas sociales de la clase trabajadora y campesina rusa y ha hacerlas reales: ¡pan, tierra, y paz! Hoy el pan no puede seguir esperando si no es por la burla de un progresismo desclasado que quiere vender conquistas democráticas de un febrero travestido de octubre que solo es garopardismo. La tierra no es otra cosa que el derecho a no ser desalojado de la vivienda, también bajo el gobierno de los progres. La paz ha de serlo entre los pueblos, jamas con sus burguesías que intentan enredar a la clase trabajadora en sus trampas de banderas y patrias, el último refugio de los canallas.

El febrero que una parte de la burguesía, la catalana, ha vendido, se agota pero lo hace a costa de la victoria de la burguesía española.

Jugar en el campo de ambas, aceptar la lógica de las patrias y de las banderas es suicida para los sectores minoritarios de la clase trabajadora que lo aceptan y y cómplice del crimen para la mayor parte de ese engendro que se reconoce bajo el nombre de las izquierdas y que en unos casos pactó en su día con los sectores aperturistas del franquismo y en otros intentó vendernos que una república, que sería inevitablemente burguesa por hegemonía social, habría de ser la tierra de promisión de los desheredados.

En este día posterior al Centenario en el que los cañones del Aurora anunciaron un nuevo amanecer el mejor homenaje al camino que abrió aquel Octubre socialista es mantener la bandera de la clase, el principio de la lucha de clases como motor de la historia, la necesidad de aplastar a la burguesía bajo una dictadura del proletariado con más legitimidad que la que hoy ejerce la burguesía contra nuestra clase y el aprendizaje de los errores de aquella revolución para no volver a repetir que la próxima pueda morir por falta de trabajadores que la defiendan.

Sin formar cuadros comunistas, sin educar a nuestra clase y organizarla, sin defender su independencia frente a los intereses de todas las fracciones de la burguesía, sin preparar cada batalla rechazando el aquí y ahora parlamentario, porque en ese terreno debiéramos haber aprendido que ya no hay nada que conquistar, solo tendremos a demagogos y fantoches progres, pseudoradicales o fascistas intentando pastorearla.

3 de noviembre de 2017

A DISTINGUIR ME PARO LAS VOCES DE LOS ECOS (2)

Por Marat

Creo no ser sospechoso de simpatía hacia el independentismo catalán. He mostrado mi rechazo hacia su carácter reaccionario y burgués en varios artículos, por algunos de los cuáles he recibido determinadas caricias tanto de trabucaires nacionalistas como de comunitaristas identitarios mal disfrazados de comunistas. Nada que reprocharles. Como ellos, yo tampoco hago prisioneros.

Pero hay algo que me daba miedo: el despertar de verdad, no el de ese que aún no había mostrado toda su oreja, del nacionalismo español más bárbaro, cafre, vengativo y odioso por su sed de sangre.

La declaración virtual de independencia del 1 de Octubre, y el irse a cenar y de finde inmediatamente posterior de los indepes, sin siquiera detenerse a quitar la rojigualda del Palau de la Generalitat, junto con la patética huida de Puigdemont y todo lo que vino después, creó desconcierto, vergüenza mal disimulada y sensación de derrota, reforzada por la obediencia funcionarial al 155.

El desfonde del procés e incluso su descrédito ante la opera bufa que éste había representado hacía aconsejable un perfil bajo del Estado para reconducir la situación. La huida insolidaria del President de la Generalitat con la mayoría de los Consellers que se había quedado en España y que sí se presentaron ante la jueza de la Audiencia Nacional este jueves 2 de Noviembre reforzaba, en mi opinión, esta tesis.

En una red social anuncié ayer a primeras horas de la tarde mis temores a que no fuera así. Lo expresé en dos ideas:
  • La inteligencia de la ley está en que sus acciones reparen más de lo que dañen”.
  • En manos de la juez está no dar un espaldarazo al independentismo. Encarcelar a los miembros del exGovern sería echar gasolina al fuego”.
La decisión de la jueza Lamela de atender a lo requerimientos del fiscal Maza del “todos a la cárcel", enviando a la de Estremera a 7 Consellers y un vicepresidente de la Generalitat demostró lo acertado de mis temores.

El fiscal José Manuel Maza ya había demostrado ser un personaje parcial a favor de los corruptos y con tendencias a una parcialidad absoluta, dentro una visión de la ley guiada por su ideología y las deudas políticas con quienes le han nombrado. No, desde luego, por un sentido del equilibrio.

La jueza Carmen Lamela, una individua bisoña en un papel que le venía grande, ha demostrado que ni es inteligente ni tiene sentido de la ponderación, ni capacidad para ser otra cosa que el brazo ejecutor del españolismo más rancio y vengativo.

Hay una lógica de lo jurídico que no tiene porqué coincidir con la lógica de lo político, pero quien olvida el momento en el que actúa, el equilibrio necesario en sus decisiones judiciales, hace que éstas dañen más de lo que reparan. Ha dado alas y, peor aún, razones a la sinrazón del independentismo.

Lo peor no es que el independentismo pueda ganar de nuevo las elecciones, ya que tiene muy difícil lograr sus objetivos, tal y como lo han demostrado hechos previos. Pero ahora logrará hacer real el papel de víctimas a sus promotores e incluso ha redimido a Puigemont del ridículo de su huida, al demostrar que había algo de fundamento en su desconfianza hacia la justicia española.

Lo peor es que el ensañamiento en el choque de cabestros nacionalistas de uno y otro lado del Ebro se enconará aún más, acercándonos a situaciones de previsible violencia entre comunidades y entre catalanes, que hasta el momento no se había producido.

Lo peor es que, si ambas burguesías logran enrolar a sectores importantes de las clases trabajadoras en sus aventuras patrióticas, serán estos segmentos de las clases trabajadoras quienes paguen aún más caro lo que ya significa el choque entre nacionalismos: el fin de la voz propia que haga oír sus necesidades y realidades, mayores recortes sociales, que ya se anuncian, y una represión que será mucho menos clemente con ellos, como ya ha sucedido a tantos sindicalistas que aún esperan condenas por sus participaciones en las luchas obreras y en las huelgas.  

Siempre he pensado que debe de haber un círculo del infierno de Dante especialmente dedicado a periodistas y gentes de las leyes. Espero que el que reciba a determinados jueces y fiscales conlleve el peor de los tormentos para ellos.

PD: Espero que ningún nacionalista intente usar este texto en su favor porque mi asco y mi desprecio de internacionalista hacia ellos sigue intacto.